ESCRIBE SCARDANELLI
Prohíbe al llanto diluir la fuerza de los deseos más íntimos.
Trae contigo tijeras para cortar de raíz hasta el otoño si es preciso.
Le he ordenado a mi lengua convertirse en río para que
en sus hondas sumerjas tu cabello. Le he dicho transfórmate en
montaña para subir a ella y en esquila, con el fin de escucharla
antes de los sermones.
Si una serpiente te rodea los tobillos, no imagines el vértigo de
la caída: es mi lengua.
Cuando el banquero Gontard te dé un lienzo que se anude
a tu cuello, no creas en la liberación por asfixia: es mi lengua.
Impide la presencia de la duda. Corta esa prolongación rosada
si te oprime tambien el pensamiento.
Córtala, písala, muérdela. Arrójala sin miedo a la gavilla de
poetas callejeros.
No importa. Porque a mi voz, al no ser músculo de agradable
temperatura, no podrás silenciarla ni en la más jubilosa de
tus ensoñaciones. ¿Por qué habrías de privarme de alabanzas?
Deja a Scardanelli lo único sagrado que los dioses le dieron.
Mi lengua tiene vida propia.
Después de muerto he de seguir cantando.
Francisco Hernández. Moneda de tres caras.
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